El antes y el después de la pandemia

De septiembre de 2019 a marzo de 2020 fueron meses difíciles de mucho trabajo. Primero se formó el grupo y, después, nos pusimos manos en marcha para dar forma a nuestro huerto.

Poco a poco, el huerto fue cogiendo forma, después de muchas reuniones y horas de trabajo. Cada comisión proponía diferentes proyetos, que después realizamos todos en conjunto.

Si diseñaron los bancales, se plantaron diversas plantas, arboles y se empezaron a construir la compostera, las papeleras, los bancos, la tarima de acceso a las casetas, el hotel de insectos, los espantapájaros (Isidro e Isidra). Y dimos nombre a nuestro huerto: La Cuña Verde…

Habíamos plantado ya lechugas, ajos, ajetes, alubias, judías, fresas, kale, acelgas, plantas aromáticas, árboles frutales, etc.






La vida del huerto fluía alegremente pero, un día, el 14 de marzo, se instauró el “estado de alarma”. Y nos mandaron a casa durante más de 50 días, sin poder bajar ni saber nada de todo lo que habíamos hecho hasta ahora.

Al volver (finales de abril-principios de mayo), el paísaje había cambiado por completo. La naturaleza había invadido todo el espacio del huerto. Infinidad de flores y plantas había irrumpido por todas partes.

A la vista, el resultado era agridulce: todo lo que habíamos creado durante meses había quedado enterrado bajo miles de hierbas malas y plantas adventicias. Pero, a su vez, miles de flores rojas, azules, blancas habían surgido por todas partes, creando un espectáculo colorista inimaginable.








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