El clima en el huerto

Una de las cosas más importantes a tener en cuenta a la hora de cultivar un huerto es el clima, que parece una obviedad, pero que a veces se nos olvida.

En Madrid tenemos un clima peculiar, una transición entre el semiárido templado-frío (BSk) y el clima mediterráneo típico (Csa), según la clasificación de Köppen-Geiger. Esta clasificación se basa tanto en la temperatura como en la pluviometría: entre los parámetros a considerar para asignar la primera letra, el tipo de clima, están la temperatura media anual, la del mes más frío y la del mes más cálido, así como la precipitación media anual, el hemisferio y la precipitación mínima necesaria para contrarrestar la evaporación. Una vez establecido el tipo de clima (A, B, C, D o E), se pasa a determinar el subtipo, que dependerá también de datos pluviométicos y térmicos. Parece complicado, pero no lo es tanto.

En Madrid tenemos pocas precipitaciones durante todo el año y una temperatura media anual de 14.5º C, con una oscilación térmica anual de 21.2º

Todo esto ¿en qué nos afecta? Pues nos afecta a la hora de elegir las especies a cultivar, cómo tratarlas, cuánto regar, qué plagas pueden desarrollarse, en qué momento sembrar o trasplantar y cuándo tendremos los frutos maduros para recolectar. El tipo de clima nos habla de la luz, la temperatura, la humedad, el viento, las horas de insolación, etc. Además, en un huerto urbano hay otros factores que influyen, aparte de la latitud y la longitud: la "protección" que nos brinden edificios o arboledas, la proximidad de carreteras, las características del agua de riego y su disponibilidad, el tipo de suelo, la orientación, etc. Esto hace que cada huerto sea un mundo y tendremos que recurrir en muchísimas ocasiones al ensayo-error hasta encontrar lo que mejor se adapta a las condiciones concretas del espacio en que estemos cultivando.

Veamos en un mapa los distintos tipos de clima de la Península Ibérica:


Este mapa nos puede resultar útil a la hora de saber qué tipos de plantas van a tener mejor desarrollo en nuestro huerto: si elegimos especies que sabemos que se dan bien en climas similares al nuestro, además de tener más éxito, estaremos siendo más "ecológicos", aprovechando mejor los recursos, utilizándolos con mayor eficiencia. Por el contrario, si elegimos especies de climas más húmedos, por ejemplo, necesitaremos consumir una mayor cantidad de agua, lo que hará que, además de gastar agua, prosperen mejor las hierbas advencias y puede implicar también un mayor desarrollo de las plagas. Recordemos que, aunque la horticultura consiste en adaptar las condiciones para conseguir que nuestra producción prospere, si queremos que sea ecológica debemos buscar el mayor equilibrio natural posible, minimizando el impacto negativo de nuestra actividad.



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